Al norte de Maracaibo, tendida sobre la planicie abierta al horizonte, hace milenios se derramó el agua de la lluvia invernal sobre una hondonada de siete kilómetros de largo y mil seiscientos metros de ancho para formar una laguna que invita al chapoteo y al peregrinaje de flamencos y garzas.
Su nombre es el reconocimiento a la abundancia, en sus orillas, de plantas de flores solitarias, vestidas de blanco, amarillo, rojo, que sirven de germen a una pequeña semilla nacida roja y transmutada en negro. Es la semilla de Huayruro (Peonía) con propiedades mágicas y rango de amuleto entre los indígenas de toda América.
La Laguna de las Peonías tiene título de Parque Metropolitano, gracias al Decreto N° 66 de la Gobernación del Estado Zulia, Venezuela, del 12 de junio de 1968. Esta formación natural está llena de verdes en eterna primavera, sostenida desde sus orillas por colonias de manglares que la bordean en toda su extensión. Pero, además, es cuna de variedades de peces y mariscos, como palometas, corvinas, camarones, robalitos, cangrejas y cachamas. Y puerto de tránsito y acopio de diversas aves.
Entre ellas, los flamencos o flamingos, que tiñen sus paisajes de fucsias y naranjas y que están presentes en sus vecindades por períodos de tres meses cada año. De sus aguas, engullen camarones y una misteriosa bacteria que producen los peces y que les aporta su cálida coloración rosa. Alternan con ellas en diferentes temporadas garzas blancas, grises, corocoros, patos, gavilanes y pelícanos o buchones. Está ubicada al norte de Maracaibo, en la zona límite con el municipio Mara sobre una superficie de 2.180 hectáreas, reservorio natural de agua dulce, con una profundidad de 60 a 80 centímetros máximo y cuatro tipos de mangle: rojo, blanco, negro y de botoncito.
Apenas otras dos lagunas en el mundo presentan las mismas características: una en África y otra en Australia. La peonía es planta originaria de diversas regiones de Europa, países del Extremo Oriente, particularmente China; y América del Norte. Actualmente, se localiza en zonas tropicales de América del Sur, principalmente en Bolivia, Brasil, Colombia, Guyana Francesa, Guyana, Perú, Paraguay y Venezuela. Por esa razón, el árbol es conocido por una variedad de nombres, tales como: Amargo blanco, Baracara, Chocho, Kokriki, Mekoe, Palo de Matos, Peonío, y Tento.
Entre las propiedades mágicas que se le atribuyen, la mayoría de los indígenas de América aseguran que atrae la buena fortuna, aleja los espíritus malignos, aporta energía positiva, fuerza y valor, éxito y protección contra la envidia y los falsos amigos. Se usa también como amuleto contra el mal de ojos. Hay mucho otros usos que la sabiduría popular la ha endilgado a esta semilla.
No obstante, la mayor magia de su haber es el hecho de que, para sembrar un árbol, es preciso enterrar dos semillas, una macho con su punto negro y una hembra, de brillante rojo, Es condición sine qua non para que germine y comience nuevamente el ciclo de su buenaventura. Los indígenas explican que la mezcla de estos colores generan armonía y balance. Y en verdad esto es lo que sobra en la Laguna donde abundan. A unos veinte minutos de la capital zuliana.