“En Hung, la experiencia creadora fue libre, tanto como se lo permitió la abstracción expresionista. El trazo queda impreso sobre la tela como gesto que se desarrolla, espacial y cinéticamente, en fracciones de tiempo. De allí que siempre ofrezca renovadas posibilidades para la contemplación, a pesar de ofrecerse en discontinuidad como signo dinámico y elemento cromático”. Esta frase de Bélgica Rodríguez, extracto de la obra Hung publicada por J&M Editores, compendia la esencia de una obra que evolucionó en los espacios de Maracaibo entre los años 1950 y 2000.

En contraposición a la mesura de sus actitudes, en sus creaciones surge un volcán de colores nacidos de la deslumbrante luz de esta ciudad que le fue cuna por más de medio siglo. Y el gesto, llovizna pertinaz sobre sus lienzos. Similar análisis es el de Rodríguez en obra ya citada: «Su pintura lo expresa en vértigos de manchas, pinceladas gestuales y gruesos trazos, todo ordenado en complejas madejas expresionistas. Creó formas autosuficientes, válidas en sí mismas y sin referencias expresas al mundo real.” Su obra, reconocida a nivel internacional desde sus más tempranos haceres, ha llegado hasta la curaduría y martillo de la subasta 754 de arte moderno de la Casa Morton, que contempla un amplio catálogo de piezas de otros grandes de la plástica, como Warhol, Tamayo, Siqueiros, Picasso, Modigliani, Miró, Chagall, realizada en Ciudad de México.

De su quehacer, Paco –como se le conoció en el mundo de las artes- dejó un cúmulo de obras inéditas que actualmente forman parte de la Colección de la Fundación que, a su nombre, despliega actividades para el fomento de la creación artística en los niños. Solía tener una actitud reflexiva sobre si mismo. Siempre fui pintor, meditaba. Pienso que ahora soy un Artista. Tengo 50 años y pienso como lo dijo Dalí: que, al nacer, yo sabía lo que iba a ser. La China me dio la primera tierra, Maracaibo me dio la segunda tierra; uno debe tener tres tierras, así son todos los principios del hombre, y yo sabía que debería tener la tercera, ya estaba escrito desde que nací: sería pintor y para ello debería ir a la tierra de la gran pintura, como dice la gente, el gran desparpajo; la tierra de la gran rueda Roja y la gran torre: PARIS.” Extracto de la conversación entre Francisco Hung y Hugo Figueroa publicada en el catalogo de la muestra «El arte, un puente entre Paris y Caracas”, 1987.

Su ascenso en la plástica nacional ha lugar con las materias flotantes: «Las materias flotantes de Francisco Hung, dice Roberto Guevara, vibran en un aire de contienda, dentro de los rasgos turbulentos de nuestros días. Bajo la violencia límite de colores crudos y desnudos con impulsos abiertos de gestos imperiosos. No basta que el clamor estalle, es necesario que su fuerza perdure y se agite entre nosotros.”.

Alexander Hung reseña un texto en el que relata que ”en 1995 le obsequia a su hija Valentina un cuaderno lleno de retratos y dibujos. Y en la cara interna de la portada se auto-representa con pocos trazos. Firmando y sellando el dibujo del otro lado, le dedica el cuaderno con el siguiente texto: (“ Diversas ocasiones ha sido en vano de usurparle una estrella al firmamento para regalársela a mi preciosa hija Valentina!.Ante tal fracaso, no me queda más remedio que elaborar este álbum con mis propias facultades. Espero que este sustituto cubra mis intenciones. Tu padre quien te adora, Papito Hung”. Marzo 21,1995”). Esto muestra una vez más el carácter íntimo del trabajo dibujístico de Hung, de lo personal que era el acto de dibujar para él, de registrar su contexto, sus afectos y de compartirlos solamente con quien se sentía cómodo, con su familia, con los más allegados.

En una conversación publicada por el poeta Hugo Figueroa Brett, manifestaba: «En los tiempos de las cavernas, los hombres tenían que ir a cazar dinosaurios y brontosaurios para comer. El que tenía nociones y facultades para pintar se quedaba en su caverna a dibujar y tallar las paredes, así se evitaba de ser un buen bocado para el brontosaurio. ¡Qué ventaja es quedarse en su casa!. En los tiempos actuales, no se ha variado mucho. Los que no saben pintar tienden a estar sometidos a un corre-corre, a cumplir sus funciones y tareas atendiendo un horario, soportando los insultos y el riesgo de mezclarse con la fauna de la ciudad para llegar a su «caverna” con comida. ¡Qué ventaja es ser un artista!; y ¿Qué es el Arte?; el arte es transmitir emociones y apasionarse, es el alimento del espíritu. Y ¿a quién carajo le importa esa vaina? Si vuelvo a nacer, ¡seré pintor otra vez!.