En la Euzkadiko Gudontzidiko kideen zerrenda (1936-37) o Relación del personal que sirvió en la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi entre 1936 y 1937, aparece registrado Francisco Elortegui Gambe, nacido en Plencia, Provincia de Vizcaya, miembro del Partido Nacionalista Vazco y Comandante del buque Donostia hasta 1938, como parte de la Marina Republicana. Francisco era capitán de la Marina Mercante.
De joven, embarcó como oficial en buques de Sota y Aznar. Se movió por el Mediterráneo en idas y venidas permanentes por lo cual el estallido de la guerra le sorprende en Ribadesella a bordo del Artza-Mendi. Poco después, marchó a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas para traer un cargamento de armas que condujo a Bilbao en noviembre de 1936. En diciembre, fue nombrado comandante del bou artillado Donostia, con categoría de Teniente de Navío de la Reserva Naval. Al mando de esta nave, realizó servicios de vigilancia, hasta tomar parte en el combate de Machichaco (5-3-37). Para entonces, el bou se refugió primero en Arcachon y luego en La Pallice, donde permaneció hasta finalizar la guerra.
En julio de 1937 condujo a Gijón el mercante Viiu, con un cargamento de armas. Francisco De Elórtegui Gambe fue entonces uno de los comandantes de la Armada vazca que se enfrentó en batallas y escaramuzas entre 1936 y 1939 a los modernos buques rebeldes adeptos al régimen franquista durante la guerra civil española. Uno de esos choques fue el ya mencionado combate del cabo Matxitxako, cuando dos de los bous que integraban la armada vazca, formados a partir de barcos pesqueros militarizados, se tropezaron con el Canarias, un moderno crucero blindado que se había colocado al norte del abra cantrábrica para interceptar la llegada a puerto de otro mercante que venía de México con un cargamento de armas.
El crucero Canarias poseía 16 cañones de distinto calibre y su tripulación era de unos mil hombres. Enfrentados a ellos navegaba la tripulación de los cuatro buques que formaban el convoy vasco y que apenas sumaba 180 hombres, manejados por los comandantes Manuel Galdós, Alejo Bilbao y Enrique Moreno, además de Elórtegui. Nacido el 3 de abril de 1903, al entregarse a los oficios del mar Francisco no hacía más que seguir las huellas de sus antepasados. Uno tras otro, tras otro, respondiendo al llamado de aquella vasta costa sobre la que se estrellaría su primer vagido.
Todos marinos. Su apellido posee la larga data de las familias centenarias sembradas sobre una misma historia, cargadas de fastos y de credos profundos. De significado milenario, se vincula a una planta originaria de los brezales de la Europa atlántica que se encuentra sobre las costas mediterráneas. La casa solar conserva el nombre de Elorri y el apellido fue transformándose con el tiempo. Hasta el siglo XV parece tener la forma Elordui. A principios del siglo XVII aparece en los registros como Herortegui o Erortegui y a partir de 1700, se transformó en Elortegui en todos los registros de inscripción de nacimientos y matrimonios. Fue el hijo menor (algunos registros mencionan que fue hijo póstumo) del matrimonio formado por Tomás Manuel Elórtegui Atela y María Gambe Aurmenza.
Y vio la luz en Plencia, antiguamente conocida como Placencia, una aldea de la provincia de Vizcaya situada a unos 25 kilómetros al norte de Bilbao, sobre la costa, donde corren vientos del sudeste. Una de sus hijas, Garbiñe, lo recuerda con emoción en la voz. Se le hacía homenaje en el Centro de Bellas Artes la semana pasada mediante la muestra iconográfica de Bolívar que forma parte del acervo patrimonial de la fundación que lleva su nombre y que fue creada con el fin de rendir honores a hombres e instituciones sobresalientes. Su riqueza patrimonial está dada por colecciones bibliográficas, documentales y artísticas.
La noche de su apertura, Garbiñe Elórtegui de Romano tomó espontáneamente la palabra para manifestar su sensible raigambre a la vida venezolana, donde desde 1939 se sembró la vida de su connotado progenitor. Ciertamente, al finalizar la guerra se ve obligado a emigrar. Y viene a Venezuela, donde funda la primera de las ramas Elórtegui en este país, con su esposa desde 1925 Jacinta Rodriguez Gutierrez y sus hijas Miren, Garbiñe y Maite. Para la fecha, viajaba al frente de una expedición de refugiados en el vapor Bretagne, de la Compagnie Génerale Transatlantique, que en número de 53 representaban el tercer grupo de exiliados que habían salido el 26 de agosto de 1939 desde el puerto de Burdeos en Francia. Entonces era capitán de la naviera Sota y Aznar. Viajaron a bordo de las naves Flandre, Donibana, Bigarrena, y Cuba los integrantes de la expedición de exiliados que dejaba atrás una Euzkadi lacerada por el enfrentamiento y el dolor.
Vascos y demócratas, les había sido arrebatada la libertad. Les esperaba un exilio largo y lleno de dificultades pero supieron encontrar el rumbo y, con tesón y mucho esfuerzo reemprendieron sus vidas y rehicieron y formaron familias, con resultados francamente admirables. El primero de estos buques en llegar a costas venezolanas fue el 9 de Julio de 1939, el paquebote Cuba, de la Compagnie Générale Trasatlatique, que atracó en La Guaira. Todo se inició por las negociaciones entre los nacionalistas vascos representados por Jesús María Leizaola, vicepresidente del Gobierno vasco, y el director de inmigración del mismo, Julio de Jauregui, y el Gobierno de Venezuela, con Eduardo Monsanto y Simón Gonzalo Salas a la cabeza, asesorado por numerosos intelectuales venezolanos, entre los que destacaban Arturo Uslar Pietri y Antonio Arraiz, quienes sabían que la inmigración vasca seria útil para Venezuela y permitía ayudar a un pueblo que atravesaba un mal momento.
Francisco De Elórtegui Gambe bien que respondió a las expectativas. Con otros marinos, contribuyó a fundar la Escuela Náutica Capitán Felipe Baptista, de la cual formó parte del plantel de instructores. Un decreto del Ejecutivo Regional, en manos del doctor Manuel Maldonado oficializó su creación. Y su primer director fue el capitán de la marina inglesa Joseph Benedict Sharkey. De los profesores de la época, quienes llegaron a ostentar el grado de capitanes de altura, menciona a Jesús A. Reyes Astorga, Francisco Hevia Gamero, Manuel Boffil P.; el licenciado en matemáticas Sais Kugler y el profesor Fernando Guerrero Matheus en la disciplina de geografía e historia, por cierto consagrado Cronista de Maracaibo durante décadas; y los oficiales de marina mercante Manuel Palacios, Francisco Elortegui, Avelino González Zulaika, Fernando Maruri y Jesús Mastraitua.
Hasta el año 1944. Después se embarcó en la naviera Creole como oficial y más tarde como capitán hasta 1960. Finalmente fue a sembrarse en la tierra de sus ancestros, donde corre el viento desde el sudeste. Falleció en Bilbao. Después de haber conocido el doloroso silencio de los que dejaron atrás su patria desolada y enterraron su juventud en las brumas del bello país de los mil verdes.