Dicen que cada cien años Dios le regala al Zulia un Portillo. El primero fue el abogado y escritor, Jesús María Portillo, cuya labor ameritó que una avenida llevara su nombre. El segundo es el que ahora se reseña: Julio Portillo.

Entre ambos comparten el oficio de jurista y la habilidad de dedicarle palabras bondadosas a su tierra natal. Sus libros han servido para rescatar historias y fotografías que reflejan el esplendor de la Maracaibo de antaño: “No se trata sólo de escribir, sino de hacer aportes importantes. Traje a Venezuela la partida de defunción del general Rafael Urdaneta y mostré en mi libro la única fotografía que se tiene del héroe moribundo en París de 1845.

Ese formidable amasijo me empujó a trabajar con la madre de todas las ciencias: la historia”. Su cariño por la ciudad es natural, tomando en cuenta que de pequeño su hogar quedaba a apenas dos cuadras de la Basílica, justo en lo que hoy se conoce como el casco histórico de Maracaibo: “Crecí entre las procesiones de la Chiquinquirá y los repiques de campana de las iglesias.

Vivir en el centro me obligaba a estar pendiente de todo. Nunca olvido que a los once años de edad me fui solo hasta la Plaza Bolívar para ver salir a los presos políticos del cuartel de policía, tras caer la dictadura de Pérez Jiménez. De esa época me quedó un gran amor que hoy retribuyo con imágenes que he guardado para la posteridad”. Recién graduado de bachiller impartió clases de Historia de Venezuela en colegios privados de Maracaibo, siguiendo los pasos docentes de su mamá. Mientras, alternaba sus estudios en Derecho y se especializada en Estudios Internacionales en la UCV, donde luego formaría a los embajadores del mañana. Como embajador de Venezuela en la República Dominicana se ganó el afecto del país hasta traerse como presente un busto del héroe dominicano, Juan Pablo Duarte, mientras que su paso como Cónsul en Río de Janeiro le dejó un buen dominio del portugués y una cátedra por dar en una de sus universidades.

Cuarenta y dos países ha conocido quien hoy es el sillón número 1 de la Academia de Historia del Zulia y a quien se le reconoce como un promotor incansable de los valores zulianos: “Siempre quise regresar a mi ciudad con la intención de darle lo mejor”. Nada lo describe mejor que las palabras que una vez le dirigió el ex presidente de la República, Ramón J. Velásquez, durante la presentación de uno de sus libros: “Ojalá cada región tuviera un Julio Portillo, que promocionara tanto a su tierra como él lo hace”. A.B.