La Chinita reina en el Zulia

Seguramente era parte del equipaje de un devoto colombiano en una antigua goleta que seguía la ruta comercial hacia puertos lejanos por el Lago de Maracaibo. La ciudad era entonces estación obligada de naves entrantes y salientes. La actividad portuaria, incesante; al igual que el flujo de viajeros. De uno de esos barcos de paso posiblemente cayó para permanecer ignotos tiempos bajo el marullo. Hasta que una humilde lavandera halló el retablo en sus orillas. Y lo llevó a su casa para tapar una tinaja. María Ramos se llamaba. Esa es la historia de La Chinita. Ya para entonces la Virgen del Rosario de Chiquinquirá era Patrona de Colombia. Ya para entonces acarreaba una crónica acerca de los acuerdos entre un caballero español, Antonio de Santana; y un fraile dominico, Andrés Jadraque para solicitar al pintor Alonso Narváez un cuadro de la Virgen del Rosario, con los santos Antonio y Andrés a su lado. Tal como la reproducción hallada por la viejecita maracucha que, finalmente, fue testigo de su primer milagro cuando las imágenes en el cuadrito se renovaron, llenas de luz y de colores. Era el comienzo del siglo XVIII. En esa casa del viejo barrio El Saladillo partió la devoción que lleva siglos. Hoy, el pueblo le canta todo el año en la voz de sus bardos enamorados; se le rinde homenaje en más de once días de celebraciones litúrgicas y populares; reina desde una Basílica, que es la segunda iglesia más importante de Maracaibo. Y desde su trono, ve bajar los furros anunciando las fiestas navideñas, desciende en procesión custodiada por ángeles dorados y corona de oro; y da su bendición a la grey, que le rinde pleitesía.